Ayer domingo salimos a sufragar nuestro voto porque ya no somos el pueblo de antes. Y lo digo porque la vida nos curtió; si no fueron las caídas del sistema y los fraudes electorales entonces fueron las estrategias de pánico y las mentiras lo que nos hizo abrir los ojos.

No es cierto que no tengamos memoria. No es cierto que seamos tontos. No es cierto que las nuevas generaciones no sepan quién es quién. No es cierto que confundamos la democracia con la compra y venta de productos y servicios para premiar o castigar a los políticos.

Fue mentira que, porque algo nos apareció en el chat, o porque a alguno de los integrantes de tal o cual grupo le dio por sentirse salvador de la patria, fuimos a cambiar nuestra intención de voto. También es falso que nos puedan obligar a votar por alguien que nos queramos, que nos exijan comprobantes de nuestro voto por tal o cual personaje y que seamos tan inocentes como para quedarnos cruzados de brazos.

Y es que nada de lo que nos han hecho creer –durante años– para someternos es cierto, pues somos personas muy politizadas que recordamos lo malo, que reconocemos lo bueno y a las que ya no nos pueden ver la cara como en otros procesos.

Cada uno de nosotros vivió su posición geográfica, ideológica, económica y social, en su tono y con su estilo de vida. Pero hay algo que nos une pues tenemos el carácter fuerte y todo el entusiasmo del que podemos ser capaces, por lo que vamos a defender este proceso con rigor y con respeto.

Durante el tiempo de campañas vimos lo que sabíamos que íbamos a ver. En la veda electoral también. Y a reserva de que urge una reforma electoral mucho muy profunda, ayer fue un día histórico pues es un privilegio que estando las cosas como están en el mundo entero nosotros vivamos en democracia y podamos ir a depositar nuestro voto como ayer se hizo.

Hoy en día somos tan buenos en eso del asunto de  las casillas que no sólo podemos detectar la más mínima irregularidad, sino que entendemos lo que pasa cuando alguien no sale a votar, cuando anula su voto o se deja coaccionar y por eso hicimos todo lo humanamente posible por salir de nuestras casas para ejercer nuestro derecho a elegir.

Por eso el papel de los medios de comunicación y de las redes sociales fueron fundamental a lo largo de la jornada de ayer que –obviamente– estuvo plagada de lo mismo de siempre.

Muchas situaciones fueron verdades y otras mentiras, de momentos virales e imágenes de color, de instancias que se adelantaron y de equipos que se atrasaron, de gente bienintencionada que compartió lo que debía y de politólogos de ocasión que nunca llegan a faltar.

Cuando todo esto acabe y se den resultados oficiales en definitiva no se valdrá que nos hagamos los sorprendidos. No se vale que en los próximos días juguemos a lo que se jugaba en el pasado pues ya no somos el pueblo de antes y ayer lo demostramos. ¿O a poco no?; por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .

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